El Lunes pasado tuve revisión de mi dieta, y antes de la modificación casi definitiva de mis pautas alimenticias, le hice unas cuantas preguntas a mi doctora:
La primera era si podía tomar postre, frutas o lácteo, claro está. Esta pregunta surgía porque hasta entonces no tomaba postre después de las comidas y esto convertía las sobremesas en un pequeño sufrimiento durante el cual tenía que aguantar sin tomar nada mientras veía a los demás comiéndose un postre, normalmente de apariencia apetitosa, y esperaba a que alguien decidiese comenzar con el café o lo ponía yo y el resto lo tomaban frío. Y si, ¡por fin puedo tomar postre¡, tanto a mediodia como a la noche.